viernes, 24 de abril de 2015

El problema en el mundo del trabajo no está en el empleado si no en el empresario.

Efectivamente; estamos debatiendo en el campo que les interesa a los empresarios: "el problema de la falta de competitividad de nuestras empresas es de los trabajadores".

Y no es así; el problema es que tenemos un empresariado... como lo diría... como lo describiria... ¡ah sí! ¡de mierda! (lo siento, no he encontrado palabra que lo describa mejor).

En todo el mundo civilizado las empresas ganan dinero de sus clientes; en España, cuando las empresas necesitan dinero, lo quieren obtener de sus propios trabajadores: rebajandoles el sueldo, principalmente.

Acabo de ver en televisión el smartwatch de google o las google glass. Eso es imposible en España. En este país hay propuestas como la que acabo de ver en Internet: una empresa conservera quiere pagar el 30% del sueldo de sus empleados con latas de berberechos. ¡Toma, toma y toma! ¡aprende Steve Jobs!
Aquí, los empresarios hacen fortuna de la esclavitud nacional o de los países del tercer mundo. Todas las propuestas de la CEOE están encaminada a la reducción de salarios y el trabajo gratuito. ¿Cuando has visto a la CEOE protestar por los recortes en investigación y desarrollo? ¿cuando los has visto protestar contra una educación que no mejora la formación de sus futuros trabajadores?. Nunca. ¡Pa qué!

El prototipo de empresario español es ese que tiene una empresa constructora y, al mismo tiempo, preside un club de futbol. Cuando está al frente de la constructora, recorre el mundo buscando el trabajador más cutre, peor formado y más barato; y cuando cuando está al frente del club de futbol, recorre el mundo buscando al mejor jugador y más caro. (¿?). Y al final, acaba quebrando la empresa constructora y al equipo de futbol. A los dos.

Y es normal: el empresario español o viene de limpiar pozos negros o es el típico niño de papá que ha acabado la carrera (si la ha acabado) comprando el título en una universidad privada (en la pública no pasa ni la selectividad).

¡Ah! mención a parte es ese empresario de éxito que consigue que su empresa sea puntera a base de tener de "asesor" a un político de la casta que le proporciona información privilegiada y que le permita continuos sobre-costes, siempre de dinero público. Eso sí, todos muy liberales, muy contrarios a los impuestos (que saquean) y de las subvenciones (que acaparan).

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