Sábado 13
Por la mañana viene el electricista, instala el enchufe y el técnico la instalación de Wifi.
Por la mañana viene el electricista, instala el enchufe y el técnico la instalación de Wifi.
Como por la tarde empieza el fin de semana y no se trabaja, Ana me propone
un plan. Por la noche cenamos en un restaurante de lujo para introducirnos en la
vida social de Beire y el domingo lo pasamos en la playa de no se donde, que es
una maravilla. Un par de días antes, Vitorino pequeno me había pedido que le
enseñara a utilizar un ordenador (ver fotos); no había visto ninguno y mucho
menos usado; además se le notaba por lo que le costaba manejar el ratón y buscar
las letras del teclado. Como temía que “la Dona” le llamase la atención por
estar en el ordenador en vez de trabajando; así que me pidió que, si no me
importaba, le ensañase a usarlo el domingo a partir de las 4. Esto me vino de
maravilla ya que no me apetecía nada tener que aguantar a la bruja todo el
domingo en la playa.
- Ana, ¿y cuando volveríamos de la playa?
- Cuando queramos ¿para que quieres saberlo?
- Es que he quedado con Vitorino junior para enseñarle a utilizar el ordenador.
- Yo no lo haría, en cuanto sepa como funciona, te lo roba.
Este era mi momento, el día anterior me acusó de insensible con los
africanos por no preocuparme por i llevaba bicicleta con luces.
- Ana, ¿porqué tratas a los africanos como si fueran ladrones?, según tú, todos te roban y tienes hasta que firmar las pilas.
La cara que puso manifestaba que le pregunta le cayó como un rayo.
Que llevo 18 años aquí, que me han robado no se cuanto miles de euros en
gasolina, que patatín, que patatán.
Cuando la cosa “me queda clara”. Me dice: “Bueno como lo de venir el
domingo a las 4 es un rollo, mejor cada uno va por su lado por la mañana y por
la tarde atiendes a Vitorino. Ya iremos a la playa la semana que viene. ¡Bien!,
el chaval, sin saberlo me ha sacado del apuro.
- Esta tarde me quedaré trabajando aquí (en su gabinete), como siempre, si ves la puerta abierta, entras y si la ves cerrada, llamas y entras. A las nueve nos podemos ir a cenar.
Yo me voy a mi cuarto, me encierro y estoy con el ordenador hasta las 9 en
punto que me presento en su puerta.
Fuimos a cenar a un restaurante chino que hay dentro de la urbanización de
las ONGs. Es una zona residencial de acceso a través de una barrera protegida
por guardias. La construcción está muy bien y se asemeja a los moteles de
carretera españoles. Hay viviendas en alquiler, dotadas de un salón, un
dormitorio, una cocina y un baño, por 1000 o 1500 dólares al mes (que bien viven
las ONGs).
Me dio la impresión que me llevaba para aparentar que tiene pareja o para
darle celos a alguien que seguro le dio la patada por insoportable; porque quedó
muy contrariada al ver que estábamos solos. Comí muy bien, un pescado con
verduras y un helado de chocolate. Lo que sobró, como siempre se lo lleva; el
agua para beber y lo de los platos, para los perros. Luego nos dimos una vuelta
en coche por la ciudad, para localizar los lugares de están de moda para ir la
semana próxima. De ahí, nos fuimos a casa.
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