El día 7 fue tranquilo, nos levantamos y desayunamos en el campamento. Nos dirigimos a la zona de corte y me quedé a vigilar al Sr Pita mientras reparaba las motosierras. Ana se fue por otro lado a ver unos troncos que la comunidad le había quemado (la comunidad local no la soporta y quema sus troncos para que se vaya)
Mi trabajo era el de vigilar al Sr Pita para que este no de el cambiazo a las piezas de las motosierras, poniendo viejas por las nuevas para luego vender estas. Ana sospecha de todo el mundo. Cada trabajador tiene otro que le vigila y aún así sospecha que ambos se han confabulado para robarla.
El trabajo del Sr Pita fue lento; no ve bien pues está mayor y no puede comprarse gafas. Además esta “empresa” tiene unas herramientas de mierda; yo no las he visto peor ni en las casas de segunda mano de Alicante. Por un momento pensé que se había apuñalado con un destornillador: intentaba apretar un tornillo pequeño con el pico de un destornillador muy grande, se le fue y casi se lo clava. El estilo de trabajo del Sr Pita era el típico de estos países: como no hay piezas de repuesto, se las ingenian con una cuerda, doblando un hierro, etc; y eso no lo quiere Ana; ella prefiere que se identifique la pieza rota e ir a comprar una nueva.
No estando Ana, se arregló sin problemas la primera motosierra; pero llegó para la segunda y empezó con sus observaciones (ella es más lista que nadie)
- Este carreto está bien
- No Sra,está desgastado – Le replica el Sr Pita
- ¡Estoy cansada de ver carretos y este está nuevo!
- Está desgastado, Sra.
- A ver. Saca el carreto de esa otra motosierra y comparemos.
- Aquí lo tiene. ¿Ve que el desgaste entre los dos discos?
- A si, es verdad, está gastado.
- Llevamos media mañana y solo ha reparado una motosierra
- Ana – le digo – lo estás agobiando con preguntas que le distraen del trabajo. Él es el técnico, déjale trabajar.
- Me las ha robado Vitorino, seguro.
El pobre Vitorino cargando con las culpas de quien ve ladrones y espías por todos lados
Ya en el campamento y tras la cena, me dio la barrila con lo hermosas que estaban las estrellas, y lo romántico que era el campamento con sus lámparas de petróleo encendidas. Se empeñó en enseñarme la Cruz del Sur (ya sabéis que las estrellas en este hemisferio son diferentes a las del hemisferio norte).
Y hablando de las lámparas de petróleo, le pidió a los trabajadores que pusieran más combustible y cambiaran las mechas. Las mechas que tenían eran más anchas decidió cortarlas por la mitad a lo largo.
- Paco, - me dice - a los africanos no les enseñan en el colegio a utilizar las tijeras; así que no saben cortar – me decía mientras cortaba una tira de la mecha que un mozabicano le sostenía
- Verás como no.- me dijo mientras le pasaba la tijera al mozambicano.
- ¡Ah! pues si que sabe!.
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